El juego es una herramienta de gran importancia en el complejo proceso de socialización del niño/ña. Es importante que tanto el docente como el padre o tutor entiendan que el juego es una actividad a utilizar no sólo para entretener al niño sino que también ayuda a que el pequeño adquiera reglas y adapte la imaginación a su realidad más inmediata.
Jugar proporciona al niño/ña placer pero también le permite expresar y exteriorizar sus sentimientos. Le permite experimentar potencialidades, desarrollar habilidades y destrezas y adquirir aptitudes y actitudes. Así pues, cuantas más oportunidades tenga el niño/ña de jugar, mayores posibilidades tendrá de interactuar con el medio que le rodea y enriquecerse de su propia experiencia vivencial.
El juego es un proceso complejo que permite a los niños dominar el mundo que les rodea, ajustar su comportamiento a él y, al mismo tiempo, aprender sus propios límites para ser independientes y progresar en la línea del pensamiento y la acción autónoma.
Si el niño/ña no juega, pierde la mitad de su vida. No tendrá la satisfacción de construir activamente su propio aprendizaje y será un ser carente de autoestima y autonomía que no sabrá planificar su tiempo. El niño/ña no podrá relacionarse con los demás adecuadamente, tendrá poca capacidad de cooperación y limitadas habilidades sociales, impidiéndole esto la oportunidad de expresar sus sentimientos y emociones. El niño que no sabe jugar, será un adulto que no sabrá pensar. Hay un refrán que dice: Al caballero se le conoce en el juego.
Monitora de recreación
Jugar proporciona al niño/ña placer pero también le permite expresar y exteriorizar sus sentimientos. Le permite experimentar potencialidades, desarrollar habilidades y destrezas y adquirir aptitudes y actitudes. Así pues, cuantas más oportunidades tenga el niño/ña de jugar, mayores posibilidades tendrá de interactuar con el medio que le rodea y enriquecerse de su propia experiencia vivencial.
El juego es un proceso complejo que permite a los niños dominar el mundo que les rodea, ajustar su comportamiento a él y, al mismo tiempo, aprender sus propios límites para ser independientes y progresar en la línea del pensamiento y la acción autónoma.
Si el niño/ña no juega, pierde la mitad de su vida. No tendrá la satisfacción de construir activamente su propio aprendizaje y será un ser carente de autoestima y autonomía que no sabrá planificar su tiempo. El niño/ña no podrá relacionarse con los demás adecuadamente, tendrá poca capacidad de cooperación y limitadas habilidades sociales, impidiéndole esto la oportunidad de expresar sus sentimientos y emociones. El niño que no sabe jugar, será un adulto que no sabrá pensar. Hay un refrán que dice: Al caballero se le conoce en el juego.
Monitora de recreación
Esperanza James Coffi
CANIGE
No hay comentarios:
Publicar un comentario